Para mí, como para casi todos los seres humanos, el silencio puede llegar a ser muy molesto, siempre he estado acostumbrada a que lo llenen otros, me he cobijado en esa comodidad en la que nos refugiamos las personas de carácter difícil o poco generoso, hasta que un día nos vemos obligadas a tomar el relevo y a llenar el interior de un coche con palabras y
quisiéramos que los demás pusieran en nuestro relato el interés que nosotros nunca pusimos en el suyo.
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